Caminaba por el borde de la acera, se le transparentaba el bikini violeta a través de la camiseta blanca, llevaba una falda cortita azul marino con flores rojas y un bolso del mismo color, el pelo recogido y las gafas de sol, la acompañaba su amiga, las dos iban riendo, Héctor y yo las veíamos desde nuestra terraza, nos quedamos mirándolas hasta que llegó Roi.
- ¿Nos damos una vuelta por la playa?
- Tío… ¿tu viste eso?- dijo Hec señalándolas.
- Tengo esperando abajo a Emma, chicos, nunca creí que diría esto… pero me estoy cansado de vuestro royo de ir de flor en flor.
- Pues vete con ella a la playa - me paré a pensar, mientras Roi me miraba con cara de decepción- nosotros apareceremos mas tarde.
- Ya, seguro - añadió enfadado Roi.
Bajamos las escaleras corriendo, cruzamos la calle y echamos una pequeña carrerita para alcanzarlas. Hec les preguntó la hora, de cerca eran todavía mejor, nos dijeron que eran las 4.30, y para nuestra sorpresa siguieron caminando a nuestro lado. No sé cómo ni en qué momento empezamos a charlar, pero sé que salimos juntos a cenar y a las 2 de la mañana aún estábamos tomando una copa. La chica de la falda con flores se llamaba Paula, y su amiga Diana. Hec, digamos que es más rápido para las chicas y llevó a Diana a su casa, yo habría hecho lo mismo, pero esa noche sentía algo especial. No era como las demás chicas. Cuando ellos se fueron, cambiamos de sitio, ella me llevó al paseo marítimo, nos sentamos en un banco, viendo el mar y algún que otro barco. Tras un largo silencio, pero no incómodo, comenzamos a hablar.
- Bueno… ¿te gusta el sitio? - me preguntó dulce y pícara a la vez.
- Si, es perfecto. Esto… me lo estoy pasando muy bien contigo, y me gustaría repetir, pero no tengo tu número.
- Si de verdad quieres repetir, me encontrarás - dijo riéndose.
- No lo dirás en serio…
- Pues claro, ¿te crees que le voy a dar mi teléfono a un desconocido como tú?
- No soy un desconocido, soy un conocido que pretende que seamos amigos.
- Por lo que hemos hablado confías mucho en ti, ¿no es así?
- Sí, estoy seguro de mi mismo - dije convencido - ¿pero qué tiene que ver eso?
- Pues mucho, confía en ti, desarrolla tus habilidades y encuéntrame mañana.
- Pero…- suena su teléfono.
- Me tengo que ir, ya sabes, espero que me encuentres.
- Lo haré, no sé cómo, pero lo haré.
Se quedó mirándome y me besó, fue un beso extraño, creo que fue la primera vez que una chica me besa a mí al conocernos. No pude dormir en toda la noche, es como si ella me dominase, habitualmente soy yo el que decide lo que hacer en cada momento cuando conozco una chica pasajera como creía que iba a ser ella, o como fue Diana para Hec, pero no. Eso la diferenciaba. Estuve pensando cómo encontrarla, pero no sabía casi nada de ella, así que llamé a Hec.
- Héctor, soy Raúl, ¿te molesto?
- Sé quién eres, cuando llamas, en el móvil, sale tu nombre.
- Que gracioso eres, de verdad. ¿Tienes el número de Diana?
- No, pero me lo pasé genial con ella, ya sabes. Y tú, ¿qué tal?
- Yo… ya te contaré, es largo. Pero necesito encontrarla. Adiós.
Estuve una hora en la terraza, pero al parecer Paula, hoy no paseaba. Di vueltas por toda la ciudad, y al volver a casa, digamos por casualidad, me la encontré. Un coche se me cruzó y la moto casi me vuelca, yo empecé a gritar, hasta que vi que era Pau la que salía del coche.
- Si no te encuentro yo, no te vuelvo a ver.
- No me encontraste tú, y además quiero que sepas que tenías ventaja, estamos en la puerta de mi casa, tú sabes donde vivo, es lógico que si pasas por aquí me encuentres.
- Tú y tu lógica absurda. ¿Diste muchas vueltas?
- Me recorrí varias veces toda la ciudad, y al fin, te encuentro en el punto de salida. Hubiese sido más sencillo si tuviese tu teléfono.
- Si, lo sé. Pero no te lo ganas, ¡eh!
- Eso está por ver, ¿quieres meter el coche en el garaje y damos una vuelta en moto?
- Sí, pero yo conduzco.
- Pero es mi moto, y…
- ¿Quieres dar ese paseo o prefieres que me vaya? - dijo interrumpiéndome.
- Está bien.
Le abrí el garaje y metió su coche, al salir me fijé en ella, me pareció más guapa que ayer. Llevaba el pelo suelto, era más largo de lo que pensaba, y lo llevaba ondulado, una horquilla sujetaba a un lado su flequillo. Vestía unos vaqueros ajustados de color claro, con una camisa y un bolso marrón. Es guapa, tiene estilo y algo especial. ¿Qué más puedo pedir? Quizás, que me deje conducir mi moto.
- La gracia del paseo en moto es que te lleve por donde yo quiera - dije con un tono irónico.
- Si no te gusta mi paseo, te dejo conducir a la vuelta.
Conozco perfectamente la ciudad, pero nunca había dado un paseo tan bonito, no sé si es ella que me ciega, pero ahora entiendo a Roi. Caminamos juntos por un parque de las afueras, nos sentamos en la hierba y buscamos formas a las nubes, la besé, me besó, nos besamos. A pesar de que el paseo me gustó, y mucho, me dejó conducir mi moto. Abrí la puerta de casa y Puk me saltó encima.
- ¡Tienes un perro como el mío! - dijo sorprendida.
- No, el mío es más bonito.
- No seas tonto, ¿Cómo se llama?
- Puk, tiene un año y medio, me lo regaló mi padre para que tuviese ``una responsabilidad´´.
- Es precioso - dijo mientras lo acariciaba- Bueno, tengo hambre, ¿con que piensas sorprenderme?
- Espera y verás.
Le preparé un sándwich de tres pisos, llevaba lechuga, tomate, mayonesa, pollo, queso y un huevo frito. Le encantó. Tenemos gustos parecidos. Mañana iremos a pasear a los perros juntos, el de ella es hembra, se llama Gin. Al acabar de cenar vimos una película, y después la acompañé al garaje, cogió su coche y se marchó. Salí del ascensor cuando escuché el teléfono. Abrí apresurado la puerta y contesté. Era mi hermano. Me dijo que venía mañana a las cuatro. A la hora que había quedado con Paula. Seguía sin tener su teléfono, y tenía que recoger a Fredick en el aeropuerto. No puedo estar en dos sitios a la vez, así que, creo que voy a ir a recogerla con el coche e iremos juntos al aeropuerto, y podrá conocer a mi hermano. Me metí en cama y me quedé dormido con la televisión encendida.
Me despertó otra llamada, no me dio tiempo a coger. No hice nada en toda la mañana, bajé a comer con Héctor y a las 3.30 cogí el coche para recoger a Paula, y a mi hermano. A las 4 llegó al parque, llevaba a su perra con una correa rosa, era preciosa. Se acercó a mi coche.
- Tengo, un pequeño problema - dije temeroso.
- ¿Te olvidaste el perro en casa? - dijo burlona.
- Tenemos que ir al aeropuerto, sube.
- ¿Qué? Habíamos quedado para dar un paseo con los perros. ¿Para qué vamos a ir al aeropuerto?
- Me surgió un pequeño imprevisto, sube al coche, te lo explicó de camino.
Subió enfadada y le expliqué que venía mi hermano, empezó a protestar, intentó bajar del coche y volvió a protestar. La callé con un beso.
Fredick ya estaba esperando, se sorprendió al ver que Paula me acompañaba. Mi hermano tiene dos años más que yo, vive en Alemania y me visita siempre que encuentra un vuelo barato. En el coche nos pusimos un poco al día mientras Pau escuchaba atentamente. Fredick estaba cansado así que lo deje en casa, cogí a Puck y nos dirigimos de nuevo hacia el parque. Los perros congeniaron inmediatamente, corrieron juntos mientras nosotros los vigilábamos. Cuando miré el reloj ya eran las ocho. La acerqué a su casa. Al fin me enteré de donde vivía. Era una casa pequeña con un jardín lleno de flores. Era bonita y parecía acogedora. Volví a mi casa, mi hermano me esperaba.
- Yo tengo bastantes cosas que contarte, pero veo que tu también - me dijo nada más entrar.
- No tengo nada que contar… es una chica.
- ¿Desde cuándo vas a pasear a tu perro con una chica?
- ¿Qué quieres cenar?
- Tú ignórame. Reservé mesa en el restaurante de siempre. En media hora. Prepárate.
- Estoy preparado. Si quieres salimos antes y damos una vuelta.
- De acuerdo.
Salimos con la moto y le llevé por el mismo camino que Paula me llevó a mi ayer. No le gustó tanto. Llegamos al restaurante. Pedimos lo de siempre. Y en el postre, me dio la noticia. Estaba enfermo. Tenía que someterse a una operación en un mes. Si el resultado es satisfactorio, viviría con medicamentos. Si no es satisfactorio, le quedarán tres meses de vida. Papá y Mamá no lo saben. Me pidió que lo acompañe a Los Ángeles, para contárselo entre los dos. Lo primero en lo que pensé fue Paula, dos meses sin ella. Sé que la conozco desde hace tres días, pero ya es parte de mí. Pero Fredick es mi hermano. Supongo que lo acompañaré. Pasaremos tres semanas con nuestros padres y luego iremos a Alemania, hasta que le operen, y sepamos el resultado, luego Fredick quiere que pase con él un mes más allí. Mañana hablaré con Paula. Fuimos a casa, el durmió en mi cama, yo en el sofá.
A la mañana siguiente me despertó Puck babeándome la cara, ¡Puck!
¿Qué iba a hacer con mi perro? Es un perro enorme, no me lo podía llevar conmigo en el avión. Roi lo odia, y Héctor no es lo suficientemente responsable. Debía buscar una solución. Mi hermano dormía cuando yo salí de casa. Encendí un pitillo y empecé a caminar. Creo que caminé demasiado, porque me perdí. Llegué a un barrio alejado del centro caminaba lentamente cuando una chica me saltó encima. Me gritaba diciendo que yo le había robado su ropa. Se parecía muchísimo a Paula pero más joven, rápidamente salió de una vieja casa una señora seguida de ella. Era Paula. Estaba allí. Pero su casa no era esa, igual es de un familiar pensé. Pero cuando vi a Gin con una pelota en la boca se me quitaron las dudas. Paula vivía allí. Me mintió. Paula obligó a su hermana a entrar en casa y corrió tras mi, pues yo había seguido caminando.
- Esto tiene una explicación.
- Mentir no tiene excusa.
- Yo no quería, no te tenías que enterar asi.
- ¿Entonces es mía la culpa? Soy yo el que se enteró de la forma menos adecuada, es verdad, todo esto es mi responsabilidad - le dije enfadado.
- No seas así, es que tus padres viven en Los Ángeles, tu hermano en Alemania, tu tienes un apartamento precioso para ti en el centro de la ciudad, y me avergoncé.
- Y mentiste. ¿Qué más no se de ti realmente? ¿Te llamas Paula? ¿O también te avergonzaba tu nombre?
- Te estás pasando. Simplemente no disfruto de lo mismo que tu y tenia miedo de que pensarás que era una pobre que vivía en una casa medio abandonada, o simplemente que te compadecieras de mi.
- Pensaba que eras distinta, pensaba que nuestra relación era sincera, , pensaba que eso era lo especial, que por eso te había cogido cariño en solo tres días, pero veo que no.
- Toma mi número - me metió un papel doblado en el bolsillo de la cazadora, me besó fugazmente en la mejilla y se fue corriendo a hacer que su perra no saliera de casa.
Estaba confundido, tras pensar, también entendí la situación de Paula, pero si miente en eso también puede mentir en otras muchas cosas. Cogí un taxi, porque no sabía cómo llegar a casa. Al entrar Fredick estaba en el sofá con una chica, cerré la puerta silenciosamente y me fui. Llamé a Roi.
- Roi, ¿podemos quedar?
- Claro, en diez minutos en el sitio de siempre, ¿vale?
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