Parece mentira que sean los países occidentales los que, hasta ahora reclamasen la libertad como derecho en el mundo. Estamos convencidos del sufrimiento de los pueblos africanos, del hambre, el sida, la malaria, la falta de recursos y en especial, de la carencia de derechos que han llevado a los países subdesarrollados al declive absoluto, pero muchos desconocen las causas de esa decadencia. Nosotros somos los causantes de esa amargura, nosotros los proclamadores de la igualdad y la libertad, arrebatamos los derechos de aquellos que son inferiores económicamente a nosotros.
Estados Unidos se autodenomina el país de la libertad. No hay duda de que posee un buen modelo político y que proporciona los derechos básicos a sus habitantes. Miles de personas desean emigrar a EEUU, el país de las oportunidades, buscando mejorar su nivel de vida y pudiendo disfrutar de derechos que no poseían en su país. Al mismo tiempo, América del Norte ha abusado de su poder y ha jugado con la libertad de otros lugares.
Tiene la libertad para invadir otros pueblos, robar los recursos energéticos y naturales de otros países. Explota a la población, incluyendo a las mujeres y niños, obligándolos a trabajar más de doce horas a cambio de un sueldo indigno. Hay países africanos al servicio de multinacionales americanas, que a cambio de dinero o armas, permite el tráfico de personas, armas, drogas, animales, o cualquier recurso con el que se pueda obtener dinero.
EEUU tiene la libertad de espiar otros países e involucrarse en su propia política, llegando a producir golpes de estado, siempre buscando su propio beneficio. Puede imponer modelos económicos a países que todavía basan su economía en la agricultura o la pesca. Tiene la libertad de enviar tropas militares a países árabes y matar a cientos de inocentes. Por si no fuera suficiente su poder sobre el resto del mundo, posee bombas termonucleares capaces de destruir el planeta siete mil veces.
El abuso de poder que ejercemos sobre los más débiles despoja la libertad de los que más la necesitan. Antes de denunciar las carencias de los países subdesarrollados, analicemos nuestra forma de vida, y como nosotros somos culpables de la falta de libertad de otros. Pues éste solo es un ejemplo del control que ejercen los países ricos sobre el mundo. La libertad no solo se refleja en una constitución, sino en cada uno de los actos que realizan los habitantes diariamente. Si abusamos de nuestra libertad, robaremos la de otros, sin ser conscientes.
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