Un grupo de psicólogos de la Universidad de Potsdam ha constatado que los juegos virtuales violentos aumentan la agresividad en quien los juega habitualmente, haciendo ver el mundo como un lugar hostil.
Alemania es un ejemplo de la violencia generada por los videojuegos. Desde hace unos años se han sucedido escenas de adolescentes, que armados, descargan su rabia matando e hiriendo a compañeros y maestros de sus institutos. Estos terribles hechos llevaron a realizar un experimento a 4300 personas de entre 12 y 40 años. Los resultados fueron alarmantes.
Todas aquellas personas que juegan varias horas diariamente disponen de una conducta agresiva al sexo, creando un rol similar a un prototipo de masculinidad. Desarrollarían sentimientos violentos e incluso jugar a corto plazo provoca pensamientos agresivos. Los sujetos están predispuestos a percibir e interpretar la conducta de los demás negativamente. En consecuencia, ven intenciones hostiles donde no las hay, así su visón del mundo se distorsionaría.
Sebastian B. conocido como el francotirador de Emsdetten, era un joven de 18 años que una mañana entró en su instituto junto con un arma e hirió a treinta personas antes de quitarse la vida. No fue un asesinato fortuito, ya que este adolescente había elaborado un plan minucioso para vengarse del comportamiento de sus compañeros. Todos los pasos que le llevaros a cometerlo se encontraban en su página web, junto a fotografías que él mismo había tomado empuñando pistolas y rifles. Sebastian era un aficionado de los videojuegos de guerra.
Este es sólo un ejemplo de la agresividad generada por los videojuegos, no solo en los jóvenes, sino en todos aquellos que abusan de su uso. Parece mentira que sean necesarios más asesinatos para que se demuestren las consecuencias de esta violencia, que a pesar de ser ficticia, es otro factor que contribuye a la violencia de género, al robo, a los asesinatos… Mientras niños de nueve años compren juegos como World of Warcraft, las medidas preventivas no serán suficientes.
Así como no puede afirmarse que todos los fumadores morirán de cáncer, tampoco puede probarse que los efectos de los videojuegos sean similares en todos los jugadores, pero si hay datos que defienden que el uso abusivo de ellos provoca graves consecuencias en las formas de responder a diferentes estímulos, siempre de manera violenta.
Creo que sería insuficiente prohibir la venta de estos videojuegos a menores de edad, ya que serían los padres los que los adquiriesen en las tiendas. Pero una buena solución sería advertir sobre las consecuencias de un uso irresponsable y abusivo y proponer otras formas de entretenimiento que no incluyesen violencia de ningún tipo, ya que para muchos adolescentes un juego sin violencia no resulta divertido.
En conclusión, injerir violencia a través del cine, de los videojuegos, de la televisión genera personas violentas en un futuro. Si no supervisamos lo que los niños realizan en su tiempo libre, podemos estar potenciando actitudes agresivas. Los padres deberían ser los primeros en potenciar actividades educativas entre los jóvenes, ya que hay más formas de divertirse sin violencia.